Textos desde el Tíbet 4

Para Bersaín Castillo Lejarza

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Girósfera de ciclos, triángulos y cuadro, rueda sin alas en el viento. Pedales por estribos, asiento por montura, manubrios como riendas, banderolas como crin y en cola la parrilla.

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Girósfera es yegua que trota, salta, corre con sus ciclos y rueda, sin alas, por el viento. Kilómetras asfálticas, escarpáticas volcánicas, ciclódromos olímpicos devora en su cronómetro la yegua de los ciclos.

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Girósfera sin alas rueda sobre el viento. Pedálicas sus coces lanza en mis tobillos. Corcélico Pegaso, bicíclica y salvájica, relincha; humeante, consume los frenos…

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Girósfera de ciclos, torpe como esfera cúbica, da vueltas; arremolinándome con ella en hiperbólica maroma, Centauro sin alas volamos, planeamos, giramos, corremos, ciclamos por el aire…

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Suelto la brida y caigo. Centauro sin patas me recibe la calle y me azota, me raspa, me rasga la ropa, me sangra y me amorata. Tumbado, a la orilla de la acera, miro al Pegaso sin alas caer y rebotar a unos metros de mí. Tendida de lado, Girósfera cicla sus ruedas todavía, pero no avanza por camino alguno.

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Costal de huesos removidos, me levanto; acudo al llamado de mi yegua sin alas, la miro, le acaricio las heridas, levanto digno al corcel y, sin montarlo, lo guío por el camino. Centauro dividido, Girósfera y yo, rengueamos camino a casa.

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La Maga, desde el Tíbet.

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