lunes, 30 de junio de 2008

¿Por qué Isla de madréporas?

En poesía, en la literatura en general, cualquier tema es materia fértil para el escritor, incluso la muerte y todos los elementos de la vida rutinaria en el contexto en que se vive, sea ciudad, campo, cárcel o pura imaginación personal.
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En el caso de Isla de madréporas, la realidad que observo y expreso poéticamente es la de la relación amorosa, que es un hecho de la vida cotidiana. Trato el sentir amoroso como una realidad sensual (tangible en los sentidos) y fértil (sexual), por momentos, pero cruda, casi siempre, por la imposibilidad de comprensión en la pareja.
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Elisena Ménez Sánchez. Isla de madréporas.
Centro Toluqueño de Escritores, A. C.,
ISBN 978-970-9995-20-6, México, 2007, 44 pp.

La relación amorosa es como el mar: por momentos tranquilo, estable; por momentos intempestivo, innavegable y destructivo; con mucha vida en sí mismo, inmenso e inabarcable.

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Las relaciones de este tipo son fecundas en afecto y deseo, pero después de un maremoto de pasión todo lo alcanzado puede perderse. Se termina por no tener nada: ni a la pareja ni a uno íntegro en sí mismo.
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Sin embargo, aun en las rupturas afectivas se gestan actitudes, sentimientos y pasiones: ira, soberbia, avaricia, envidia, celos, dolor, sufrimiento y olvido, y como parte de esa fertilidad, el individuo se reconstruye para volver a ser en sí mismo.
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Así es como, a partir de la relación afectiva, la pareja, primero, y, en su caso, el individuo, después, se vuelven islas de madréporas, islas de coral que, para existir, se forman por miles de motivos y sentimientos plenos de vida y, con el tiempo, estos motivos y sentimientos se van endureciendo como si se calcificaran.
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Sin embargo, a pesar de ese endurecimiento que genera el tiempo, las emociones son corales indispensables, y por ende valiosos, que fecundan vida a su alrededor. No otra cosa es la madrépora: pequeño animal que vive en los mares intertropicales y, al integrarse en colonias con otros seres de su misma especie, forma escollos o islas a partir de sus formas arborescentes y calcáreas.
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Alguna vez me preguntaron cuál era mi propuesta, qué pretendía renovar con mis poemas, a lo que respondí y respondo: mi propuesta es simple: escribir lo que escribí; mi pretensión: expresar mi voz poética y explorar en ella mis posibilidades. ¿Renovar? Nada, no estoy renovando nada fuera de mí. Escribo, y lo hago, como quiero hacerlo: buscando la efectividad de lo que deseo no sólo expresar sino también provocar en mí como lectora inmediata.
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Si después de mí hay otros lectores y ellos quieren valorar si es bueno o malo, eficiente o deficiente lo que escribo, pues ya es asunto de ellos, que para eso son lectores, y en ese sentido el juicio de cada quien es respetable. Pues, una vez publicados, los poemas son libres y se rehacen en la percepción de cada lector.
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Siempre es mejor que el escritor escriba sus poemas, que el lector los lea y que el analista o el crítico se encarguen del resto, si se les antoja.
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Queda, pues, mi Isla de madréporas a la consideración de ustedes, indispensables (y por eso apreciados, aunque desconocidos) lectores.

Lectores de Isla de madréporas en el Ágora del Parque Naucalli, de izquierda a derecha: Arturo Herrera, Natalia Olvera, Víctor Aguilar, Elisena Ménez, Fernando Zerón y Odilón Ortiz.

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Reseñas del libro:

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domingo, 29 de junio de 2008

¿Quién es-soy-somos Puck?


In that open field
If you do not come too close, if you do not come too close,
On a summer midnight you can hear the music
Of the weak pipe and the little drum
And see them dancing around the bonfire.
T. S. Eliot. Four Quartets.


Puck es el nombre del duende travieso de la obra dramática Sueño de una noche de verano de William Shakespeare (1564-1616), aunque como personaje ficticio también ha sido recreado por otros escritores con la identidad de hada.
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En Sueño de una noche de verano, Puck o Robin Goodfellow (Robin Buenchico) es el lugarteniente de Oberón y se caracteriza por ser un trasgo bromista, más que malévolo, protervo o perverso. Sus cualidades son las de la malicia: picardía, suspicacia y sagacidad, al hacer y deshacer arreglos entre los enamorados, con lo cual, Shakespeare erige la figura de este personaje en símbolo de la volubilidad del amor.
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Haciendo casi todo mal, Puck es rápido, ligero y etéreo, y su delicadeza y alegría, infinitas. Como ser feérico, está lleno de buenos deseos pero no queda exento de cometer equivocaciones en sus actos, y disfruta riéndose de aquellos que padecen sus errores.
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En este sentido, Wilson Knight indica que “las hadas en esta obra no son ni buenas ni malas, son […] espíritus que causan algunos problemas a los mortales, sobre todo Robin Buenchico, al tiempo que cortejan y favorecen al amor humano”.[1]
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Por su parte, Ronald Miller señala que en Sueño de una noche de verano las hadas “son una especie de metáforas ambulantes que manejan secretamente sus afectos y pueden hacer transformaciones. También son objeto de la buena suerte y motivo para que pensemos que nuestra vida […] puede ser también afectada por ellas o por ciertos misterios no menos genuinos que estos”.[2]
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Por eso, a pesar de sus bromas, Puck, en la obra shakesperiana, se encarga de diseminar su buena suerte entre los humanos afectados por el amor y por el caos, ya que “Sueño de una noche de verano es profético por lo menos en un sentido: es una obra donde se establece la guerra entre la imaginación y el caos o […] entre la Imaginación y la realidad del Mundo, pues es una historia donde intervienen las facultades divinas que nos permiten ignorar, escapar o ser más listos para vencer, combatir, dominar, olvidar, convertir, redimir o para transmutar en otra sustancia esos poderes del caos y del desorden que hay en esta tierra”.[3]
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En Inglaterra, puck o hobgoblin son los nombres tradicionales que se dan a los gnomos, caracterizados como espíritus alegres y traviesos que se divierten enredándolo todo y riéndose de la locura de los hombres. “La palabra puck o pook significaba originalmente un demonio dispuesto a hacer maldades a un hombre malvado, y Robin Goodfellow fue en una época un nombre popular del Diablo”.
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Con mucho de trasgo y de elfo, con algo de sátiro, el Phooka irlandés y el Puca galés, mezclados con el diablo de los aquelarres ingleses (Robin Goodfellow
[5]), William Shakespeare le dio identidad al más famoso, inquieto y travieso duende del mundo literario: Puck, alegre vigilante nocturno en Sueño de una noche de verano.
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Sin embargo, la figura de este personaje se halla también en Nymphidia (1627), poema de
Michael Drayton (1563-1631), y sugirió el título de dos libros de Rudyard Kipling (1865-1936): Puck of Pook’s Hill (publicado en 1906 y traducido al español como Puck, el de la colina Pook) y El Retorno de Puck (editado en 1911).
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Northrop Frye indica que “hay un libro famoso de
Robert Burton llamado Anatomy of Melancholy donde menciona a los espíritus del fuego, que son los que confunden a los viajeros con ciertas ilusiones. A esos espíritus ‘les llamamos Pucks’”.[6] Por su parte, Manuel Machado (1874-1947) también le dedica un poema a este personaje en Fantasía de Puck.
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Puck también es el nombre del décimo satélite conocido de Urano[7] y fue descubierto mediante el Voyager 2 por Stephen Synnott en 1985. La distancia media entre este satélite y Urano es de 86,010 kilómetros; su radio ecuatorial es de 77 kilómetros y su albedo geométrico visual,[8] de 0.07, lo que lo hace oscuro y difícilmente detectable.
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Con frecuencia me preguntan, me pregunto (y no respondo) el porqué de mi seudónimo…
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Buena pregunta, mas aún irrespondible por y para mí…; no obstante, os doy y os da palabra este duende: si este humilde tema ocioso no brida más que sueño
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oh, nobles, no critiquéis,
pues si os mostráis indulgentes,
pronto enmendarnos querremos.
Y como que soy Puck,
por honesto conocido,
si la inmerecida suerte
de escapar de la serpiente
el vergonzoso silbido
por hoy logramos tener,
os prometo que bien pronto
todo estará corregido.
De lo contrario, señores,
tachad al Puck de embustero.
Os doy, pues, las buenas noches.
Vosotros dadme las manos,
si es que quedamos amigos,
y en recompensa, yo, Robin,
todo dejaré arreglado.
FIN[9]
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Título de la obra: Puck
Autor:
Joshua Reynolds (1723-1792)

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[1] G. Wilson Knight. “La diversidad en la tierra de las hadas”; en: Apuntes sobre el sueño de una noche de verano. Edición, traducción y notas de Martín Casillas, Edit. El Globo Rojo, Colec. Cuadernos del Taller de Lectura de Shakespeare, No. 1, México, 2004, p. 49.

[2] Ronald E. Miller. “Las Hadas en Shakespeare”; en: Apuntes sobre el sueño de una noche de verano. Op. cit., p. 76.

[3] Harold C. Goddard. “Sobre la imaginación”; en: Apuntes sobre el sueño de una noche de verano. Op. cit., p. 52.

[4] Harold Bloom. Shakespeare: la invención de lo humano. Trad.: Tomás Segovia, Grupo Editorial Norma, Bogotá, Colombia, 2001, p. 171.

[5] Robin significa petirrojo; good, significa bueno o provechoso y fellow, compañero, mozo.

[6] Northrop Frye. “Puck y las criaturas del mundo-del-bosque”; en: Apuntes sobre el sueño de una noche de verano. Op. cit., p. 89.

[7] Las otras nueve lunas uranianas son: Cordelia, Ofelia, Bianca, Cresida, Desdémona, Julieta, Porcia, Rosalind y Belinda.

[8] Del latín albēdo, blancura; es la razón entre la energía luminosa que difunde por reflexión una superficie y la energía incidente.

[9] William Shakespeare. Sueño de una noche de verano. Trad.: Ma. Enriqueta González Padilla, UNAM, Colec. Nuestros Clásicos, No. 80, México, 1996, p. 176.
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Reseñas de libros:

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