viernes, 18 de octubre de 2013

CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN NO REALIZADA DEL LIBRO ZURCIDO INVISIBLE



GUIÓN DEL CORTOMETRAJE




Es verdad: la suerte cambia todo el tiempo. Cada decisión que tomamos; cada intención detrás de cada acto es un pase de magia en el universo; un giro de la trama que nos coloca en un bando o en el otro. La suerte es la suerte. Lo importante es lo que cada uno haga para encontrarse con su propio destino.

La suerte está echada (película argentina).



Aclara a:

1. INTERIOR-SALÓN DE ACTOS DE LA EMBAJADA ARGENTINA EN LA CIUDAD DE MÉXICO-NOCHE

En un espacio tranquilo, iluminado, confortable y fresco, se congregan espectadores, funcionarios, amigos, AUTOR y COMENTARISTA.

En una distribución de teatro tradicional, los espectadores se sientan de frente a los personajes que ocuparán el escenario. En éste, sentados y con una mesa sobre la que extienden sus materiales de trabajo toman lugar el MODERADOR, el AUTOR y la COMENTARISTA.

El público presente centra su atención en AUTOR y COMENTARISTA.

La COMENTARISTA, mujer de 40 años, algo pálida, con ojos melancólicos y tristes como de quien se desvela en rutinas de excesos laborales, elegante y atractiva… (muy atractiva), pero tímida (consciente de su falta de experiencia para dirigirse al público), se nota un poco nerviosa, no sabe si podrá compartir con el público la emoción de su lectura sobre la novela que presenta: Zurcido invisible.

El AUTOR, hombre de 60 años, alto y esbelto como un Julio Cortázar entrado en edad madura, con pelo blanco que contrasta con la obscuridad de sus cejas, mira confiado al público. Su mirada es profunda y penetrante, como la de una lechuza posada en un árbol durante la noche (una noche de luna llena). Mira al público frunciendo esporádicamente el entrecejo con la certeza de un analista clínico con más de 30 años de experiencia. Los libros y artículos que ha publicado al respecto, podrían dar fe de ello, pero eso, ahora, no importa… como tampoco importa que sea licenciado en psicología por la Universidad de Buenos Aires, magíster en psicoanálisis, psicoanalista y supervisor clínico o miembro de la Asociación Internacional Psicoanalística y presidente de la Fundación Travesía, dedicada al psicoanálisis para la transición y crisis de la mediana edad.

Lo que importa es que este hombre, con mirada de lechuza en noche de luna llena, en su mediana edad haya descubierto la posibilidad de liberar sus emociones y la síntesis de una filosofía de vida, a través de la creación literaria.

Lo que importa es que hace apenas cuatro años el hombre-lechuzabajolalunallena decidió escribir una historia que aún no concluye y que, poco a poco, ha ido dosificando en textos (uno novelado y el resto dramáticos a punto de realizarse en escena); parte de esas dosificaciones son sus obras: La profesora de piano, Toda una vida, Blenorragia y Las mensajeras, cuyos títulos remiten a los personajes de la novela Zurcido invisible, por ejemplo: Vera, la profesora de piano que, asmática e hija única, durante su infancia se refugia en diálogos internos que tiene con su amiga imaginaria Dimpa; el turco Ahmed, “un petiso con tiradores que le levantan el pantalón hasta la mitad de la panza, dejando ver las medias verdes que tiene puestas” y que cuando Víctor, uno de los personajes principales de la novela, se le acerca para consultarle la ubicación de una calle cuyo nombre ha olvidado, asegura con insolencia que puede ayudarlo con la cura de la blenorragia, que seguro padece, como ya lo sufrió en carne propia el mismo Ahmed; y las mensajeras, trío de beatas maduras, afanadas en querer enterarse de los actos “inmorales” de los demás para divulgarlos luego, a fin de enderezar la vida de los torcidos; por ello, doña Mora, doña Mara y doña Mori son aves de malagüero con quienes nadie quiere toparse.

También importa que el hombremiradadelechuza, sin haber ejercido antes de los 56 años el oficio de escritor, pero sí la de lector, se haya tomado 48 meses de redacción y pulimiento de su primera novela, hasta sentirse satisfecho de ella y someterla a un concurso: el de la cuarta edición del Certamen Internacional de Literatura “Sor Juana Inés de la Cruz”, convocado por el Gobierno del Estado de México, a través de la Secretaría de Educación y del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.

Importa que Zurcido invisible haya sido uno de los 458 trabajos que recibió dicho Consejo, procedentes de Argentina, Bélgica, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Honduras, Israel, Italia, México, Perú, Sudáfrica, Uruguay y Venezuela; importa que de esos 458 trabajos, 73 correspondieron al género de novela…; importa que de ésos, el jurado, integrado por reconocidos escritores (Bertha Balestra, Emiliano Pérez Cruz, Mauricio Carrera y Hernán Lara Zavala) hubiese debatido durante largas horas de sesión sobre la elección de dos novelas (en sus debates argumentaban sobre el estilo, la técnica, los temas abordados, el interés que podían generar…); importa que, por unanimidad, este jurado hubiese elegido a una de las novelas para asignarle el premio único y a ésta, Zurcido invisible, para mención honorífica, afirmando en su dictamen que la obra signada por el seudónimo Unknotter era digna de recomendación para publicarse, pues “aborda una trama armada con precisión, personajes y situaciones bien construidos y juegos de lenguaje que crean una atmósfera mágico-trágica y una tensión narrativa. Ofrece varias lecturas sobre la cotidianidad en lugares pequeños y los secretos que encierra una vida aparentemente simple”.

El público de la Embajada Argentina espera, paciente, saber algo sobre la novela del hombre-lechuza, pero la COMENTARISTA aún no aborda nada sobre ello, al contrario, inicia con una larga introducción. Ella, se dirige a los espectadores con estas palabras:

COMENTARISTA: Como autora de poemas conozco el arduo trabajo de abordar un texto, de domar la idea y, más que a ésta, a las palabras, para que sean justas y no desbordadas; como autora, sé lo que es buscar la innovación en el propio estilo, no en el inabarcable mundo de la literatura, sino en el microcosmos de la escritura individual.

Como coordinadora de un espacio cultural tan complejo por el cincho de realidades obsolescentes que constriñe sus posibilidades y carencias, sé lo que es trabajar con autores, algunos divos y exigentes, otros con gran sentido ético y solidario; sé lo que es buscar las formas de edición, distribución y coordinación de actividades.

Como correctora de estilo editorial, sé del pulimiento detenido en el texto, en la página, en la palabra, en el carácter y en el espacio, en el sentido y en la forma de querer decir de cada autor a cuya obra le ofrezco mi observación para cuidarla con esmero, en la medida de mis posibilidades, hasta que sale de imprenta.

En ese sentido, como autora, reconozco y respeto la entrega de Guillermo Julio Montero a este oficio de escritor, la edad en la que comienza a crear literatura no es un obstáculo; ahora, con todo su bagaje, tiene mucho qué decir y, mejor aún, trabaja a detalle la forma en que presenta sus obras; tiene contenido y sabe encontrar la manera y estilo mesurado para expresarlo.

Como coordinadora, reconozco y halago los resultados óptimos (visibles en este momento con la presentación de uno de los más de 180 libros editados hasta ahora, en menos de dos años) del equipo de trabajo del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal (CEAPE), cuyos integrantes, encabezados por el ingeniero Agustín Gasca Pliego, se han encargado de depurar y definir un concepto editorial estético y comercial de interés para todo tipo de público (especialistas de arte, académicos, historiadores, filósofos, interesados en la literatura para todas las edades), concepto incluyente de autores cuya obra ha forjado y forja la historia de la literatura estatal, nacional e internacional, bajo el sello Fondo Editorial Estado de México (FOEM).

También reconozco la labor, nada sencilla y sí muy profesional, de cada uno de los diseñadores, correctores de estilo editorial, así como del editor responsable, el maestro Félix Suárez (perfeccionista en su estilo), del coordinador del área de diseño, Hugo Ortíz (no sé si muy santo, pero me consta, mártir de los periodos de cierre de edición para la entrega de veintenas de libros a imprenta, siempre buscando la cuadratura del círculo para empatar totales de páginas con pliegos, características técnicas, presupuesto y tiempos de impresión) y, desde luego, la activa labor de la maestra Patricia Serrano, haciendo efectiva y puntual la distribución de libros en bibliotecas, escuelas, con autores e instituciones nacionales y del extranjero. No es gratuito que una institución estatal rebase las fronteras geográficas para llegar a otros países…

Entre el público de la Embajada Argentina, uno de los espectadores sentado con la pierna cruzada comienza a balancearla con impaciencia… otro más tiene la vista fija en el techo, poco se interesa en lo que dice la COMENTARISTA… se percibe entre los asistentes cierta incomodidad por el choro mareador que la COMENTARISTA ha soltado, pues están conscientes de que su información es demasiado oficial y no ha dicho absolutamente nada de la novela Zurcido invisible. La COMENTARISTA, preocupada por la reacción del público, hace una pausa, toma un poco de agua, garraspea, y continúa su monólogo:

COMENTATISTA: Reconozco también que… que… que… ¡me he extendido mucho en este preámbulo, pero es difícil desprender los contextos que se entraman en y alrededor de un libro!

Disuelve a:

2. INTERIOR-FOCALIZACIÓN EN CEJA, PESTAÑAS Y OJO IZQUIERDO DE COMENTARISTA

Voz femenina en off:

¡Eureka, epifanía! Eso es justo lo que quiero decir: ¡los contextos! ¿Qué serie de eventualidades deben sucederse en el cosmos para que los engranes en los que se desarrollan las historias, aparentemente inconexas,  de personas radicas en distintos puntos geográficos coincidan, se engranen y embonen, inevitablemente, en un espacio y en un tiempo de acercamiento, para complementar la pieza ausente de un gran rompecabezas, la pieza que requieren para un fin?

Voz masculina en off:

Ché, ¡pero vos estás pensando lo mismo que yo!: Los amantes del círculo polar, ¿recordás esa peli? Es la posibilidad del acercamiento de dos seres que se aman y el destino los acerca, pero no los junta ¿o tal vez sí?… ¡No, no! Es mejor ejemplo Sofía y el sexo, ¡qué filosofía del amor, de la búsqueda, el perdón y el encuentro consigo mismo y con el otro..! ¡Y la peli ésta: Magnolia!, ¿la viste? Es donde llueven ranas, se orina un niño en un programa de televisión, una chica se droga y un policía se enamora de ella… El amor, la solidaridad, la salvación, viene después… Siempre viene después, es verdad... Ésa salvación se da en Zurcido invisible, ¿viste?, pero de una forma distinta.

Voz femenina en off:

¡Cierto, los contexto!

El contexto extraliterario en el que Guillermo Julio Montero decide escribir la novela, a sus 56 años, quizás después de alguno de esos golpes emocionales que, para bien o para mal, nos da la vida y decidimos por algo.

Decisión que en este caso le representó una tarea de decantación de cuatro años para ver concluida su obra. En un entorno en el que sus teorías de psicoanálisis le permiten desarrollar con naturalidad el carácter de cada personaje, enfrentándolo a la solución de su conflicto: el terror al recuerdo de una tragedia colectiva y personal, y la necesidad de salvar la desmemoria con el recuerdo compartido, gracias a un acto de amor (“el amor, incluso”, como diría el poeta Félix Suárez). El amor que siempre salva, siempre, la palabra que tanto le maravilla a Vera, la maestra de piano, uno de los personajes principales de Zurcido invisible.

La palabra siempre se vuelve el hilo invisible con el que se va zurciendo la trama de esta historia, donde los personajes principales (Vera y Víctor), sin conocerse previamente, forman parte de la misma tragedia dividida en dos espacios: el del accidente colectivo a partir de una carrera de caballos que propicia la muerte de varios habitantes de Estación Esperanza (poblado sudamericano que en su nombre lleva el anhelo de una salvación) y la de la violencia física padecida por la pianista Vera.

La palabra siempre hilvana imperceptiblemente los sucesos de una trama que embona con naturalidad en el cuerpo del discurso, es decir, las palabras y recursos literarios de los que se vale Guillermo Julio para contarnos, a través de un narrador omnipresente ubicado en todas partes donde se encuentran los personajes principales, tanto en los espacios físicos como en los internos, siendo éstos la voz de los pensamientos de Vera (cuando es ella misma y cuando es Dimpa) y de Víctor, así como la voz de la memoria, en la que, por evocación de los acontecimientos pasados, dialogan los personajes secundarios (como los familiares de Vera: la abuela, la madre, el padre y el tío, y sus amigos: Felipe y la madre de Felipe); pero este narrador, típico de la narrativa decimonónica, no le es suficiente a Julio Montero, a la vez de omnipresente, lo vuelve deficiente, pues sus conocimientos sobre las acciones pasadas, las razones por las que éstas suceden y el desenlace los ignora por completo, tensando con sus descripciones la expectativa del lector.

Como el zurcido invisible que hacen las abuelas en los vestidos y suéteres desgarrados para que la “herida” de la ropa desaparezca como en un acto de magia, la palabra siempre ata cada cabo de la historia, confrontando a los personajes con su trauma hasta encaminarlos hacia un desenlace inesperado.

En el contexto literario: esta obra se inserta en el ámbito de la producción narrativa contemporánea, contando para ello con un argumento que se desarrolla en un trasiego de voces, espacios y tiempos.

Mediante la polifonía (con su multitud de voces internas y externas), las acciones de los personajes, los espacios y los tiempos (el presente y el pasado donde se suceden las acciones, así como el presente y el pasado donde confluyen los pensamientos y, a través de éstos, los recuerdos) se realizan a la par.

En el contexto ficticio podemos ver cómo sucede la historia presente, enterándonos de la razón por la cual Víctor, fotógrafo de una empresa encargada de editar publicaciones de corte turístico-religiosas, enfocadas principalmente a exaltar milagros de santos y vírgenes, tiene que volver después de tantos años a Estación Esperanza, donde en su niñez tomó una serie de fotografías que a la fecha no ha revelado. En ese desarrollo de la trama, Víctor y Vera se conocen y se reconocen, y justo este engarzamiento de vidas hace posible el proceso de salvación-sanación no sólo de estos personajes, sino también o, tal vez, del pueblo mismo, cuya vida cotidiana gira en torno del olvido de una tragedia, la tragedia, siempre la tragedia, de la que todo mundo parece saber algo, pero no quiere hablar de ello… Ésta, la tragedia, es la invisible protagonista del relato.

Voz masculina en off:

¡Ché!, ¿cómo decís esas cosas de los contextos? Mirá tú, los contextos podés guardártelos en la concha de… ¡ché, lo que yo quiero es que hagamos un filme de la novela!, así como lo platicamos en la noche, vino de por medio, como Cinema paradiso, ¿viste?, o como esta trilogía de los colores Azul, rojo y blanco… ¡Ché!, no me hablés de estructuras literarias, dame diálogo, escenas, ¿por  dónde empezamos a filmar?

El ojo de la comentarista parpadea, mira a los espectadores, se hace un paneo sobre éstos, cada vez más impacientes.

3. INTERIOR-SALÓN DE ACTOS DE LA EMBAJADA ARGENTINA EN LA CIUDAD DE MÉXICO-NOCHE

La COMENTARISTA está apunto de soltar las riendas de sus palabras para que éstas se desboquen igual que caballos en una carrera a campo abierto, para compartirle al público todos los aciertos de la novela de Zurcido invisible, pero decide comenzar por leer la cuarta de forros del libro:

COMENTATISTA:¿Cómo transformar una vida remendada en una vida zurcida? ¿Sirve el silencio para disimular los desgarramientos? ¿Qué camino conduce a que dos personas se encuentren? ¿A quiénes les importa la palabra ‘siempre’? Éstos son algunos planteamientos que Zurcido invisible intenta resolver.

Sin saberlo —aunque determinados por una fuerza invisible que los posee—, Vera y Víctor descubren que los convoca el trabajo de la vida, algo que ninguno se atreve a preguntarle al otro. Desafían el silencio con el cuerpo y los destinos imantados, a pesar de la lluvia, del trueno y del relámpago. Parte del pueblo será testigo, pero a nadie parece importarle porque el anonimato les vació la vida hace mucho tiempo y el recuerdo diluyó cualquier ilusión y esperanza. A pesar de todo, casi sin que lo noten, Vera y Víctor —y quizás también todo el pueblo— recuperan el futuro. Tal como sucede con el zurcido invisible”.

La COMENTARISTA,  apunto de develar el prolegómeno trascendental de la obra, siente que su cabeza se obnubila, escucha las voces que dialogan en su interior, oye cómo la voz de don Peregrino, cuidador de los santos de la Capilla del Silencio de la novela Zurcido invisible, le habla, refiriéndose a sí mismo, como acostumbra, en tercera persona:

Voz en off de don Peregrino:

Don Peregrino no cree que usted pueda hacer la presentación de la novela, ¿sabe? Él piensa que usted es una persona muy distraída que brinca de un tema a otro sin previo aviso. La gente no entenderá lo que usted quiere decir. Con sus palabras quizás ni si quiera deseen leer el libro. ¡Dese cuenta, nadie sabrá que don Peregrino existe en esta novela y fue él quien permitió el milagro… con ayuda de los santitos, eso sí… por que don Peregrino no es nadie para hacer milagros… pero los santitos sí, por eso hay que tenerles respeto, ya ve esa Dimpa que vivía en la cabeza de la profesora de piano cuántos milagros no le hizo… por que ¿sabe? A don Peregrino le han contado las mensajeras Mora, Mara y Mori que algo trágico le pasó a Vera…

Voz femenina en off:

¡Cállate, estúpido don Peregrino, logro de imitación de Salvatore de Monferrate, personaje tan inolvidable como tú de El nombre de la rosa, novela de Umberto Eco que se publicó en 1980.

Voz en off de don Peregrino:

¡Dale, ché!, que en 1980 no se publicó El nombre de la rosa; don Peregrino sabe bien que el jueves 14 de febrero de 1980, Víctor encendió el motor del auto porque tenía que volver a Estación Esperanza, y así comienza la novela...

La COMENTARISTA, deja de dialogar con las voces de su interior y decide retomar el hilo de sus ideas que estaba dirigiendo al público de la Embajada de Argentina.

Entonces, el MODERADOR, discreto, le acerca una tarjeita que desliza sobre la mesa; en ésta le indica que se ha excedido, que ya debe cortar. La COMENTARISTA garraspea… y le dice al público:

COMENTATISTA: Por ahora éstos son los únicos comentarios que puedo hacerles de una obra que me ha gustado mucho leer, incluso desde el momento en que la recibí para hacerle la corrección de estilo editorial, y poco he corregido en ella, pues el texto original venía así como ustedes lo ven ahora, y se lee muy fácil, por cierto…

Casi no se alcanzan a escuchar las últimas palabras de la COMENTARISTA, el MODERADOR toma la palabra.

MODERADOR: Ahora, los invito a que vemos el tráiler de un filme que quiere compartirnos Guillermo Julio Montero.

Corte a:

4. INTERIOR-PANTALLA-NOCHE

La pantalla es iluminada por un proyector. En ella puede leerse lo siguiente:

Zurcido invisible,
de Guillermo Julio Montero.

Disolvencia lenta a la palabra FIN… y comienzan a pasar lo créditos…

1 comentario:

Malinata dijo...

Lo leo y lo vuelvo a paladear como si hubiera estado ahí.
¡Sorpresa! SÍ ESTUVE AHÍ.

Gracias por revivir la experiencia que me encantó tanto como el vino ;)

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