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Ciudad interna, 3 de diciembre de 2009.
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Escribo para vos, aunque no me leas, y dejo textos para quienes buscan una parte de ti, como si trataran de hallar el principio del trazo en una firma con tal de imitarla o como si quisieran encontrar en la palabra un salvavidas al cual asirse para mantener consigo a flote tu recuerdo; escribo para vos, por si algún día vuelves a buscar tus pasos (dejo grafos como pétalos de cempasúchil, camino perenne de luz entre tu cosmos y el mío, que a fin de cuentas es el mismo, aunque pisamos en ángulo distinto); escribo para vos y para quienes en la memoria hurgan un segmento de momentos que dejaste en tu camino (yo también te busco e intento arrebatarle al tiempo tu ausencia tan presente en tu nombre y en la resonancia de instantes, lugares y palabras compartidos). Tu nombre se pronuncia con voces diferentes (Teddy di Nardo, Aarón Iván Luyando, Iván David García Fajardo…), pero el recuerdo y la manera de extrañarte son los mismos e igual de intensos: a veces viajas sobre parapente, con tus canas en melena larga, el broquel en tu oreja y los anillos de plata; a veces, joven, rasurada la cabeza y con figura delgada, sonríes dicaz con tu nariz larga y correspondes con sarcasmo a los fracasos; a veces te miro niño, sonríes, bailas, corres, brincas, incansable y miras con ternura, comprendiendo, incluso, lo que aún no sabes...
2 comentarios:
Niña, que hermosa manera de hacer memoria, de tener recuerdos, de simplemente hacer que uno se vuelva eterno.
Felicidades al afortunado, que tiene tan incansable aliada para mantener en el recuerdo.
Afortunados quienes pudimos contar con cada uno de ellos, imborrables en nuestra memoria y cariño.
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