lunes, 9 de octubre de 2017

La vida se encanece


La felicidad, como padres, de ver que al hijo le salen los primeros dientes, aunque sepamos que le molestan un poco las encías, es inversamente proporcional al quebranto interno de ver que el padre de una, ya octogenario, ha comenzado a perder parte de su dentadura (y le miras tiernamente comer con parsimonia sus alimentos, pensando que no sólo son los dientes: algunos hilos de la memoria también se le han caído por ahí en las andanzas del tiempo).

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