jueves, 31 de diciembre de 2009

Solitario

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Desde ayer me entró la depresión. Ya antes había sentido algo parecido, pero nunca como ahora. Creí que sentirse así era un error genético. ¿Cómo iba a saberlo, incrustado en mi monotonía?
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Me hicieron creer que yo era como ellos, con la única diferencia de que a mí me tocaba estar en un satélite artificial, controlando la señal que gradúa la producción de oxígeno en el planeta.
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Ayer no quise saber nada de nadie, desconecté todos los circuitos y dejé de funcionar algunas horas… veinte… no más...
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¿Y qué pasó? Ahora sí en verdad estoy solo. Ellos han muerto y yo sigo aquí, en un lugar del espacio en pleno final del año 2310, incrustado con la simpleza de mi existencia de chip electrónico a un satélite que no sé si valga la pena seguir controlando.
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Tal vez sea mejor si vuelvo a desconectarme y dentro de un mileno no muy lejano, cuando no esté tan deprimido como ahora, mande la señal nuevamente y… si alguna vida ha logrado permanecer, tal vez… no lo sé… me considere Dios y, agradecido, busque la manera de mantenerse en comunicación conmigo, haciéndome sentir acompañado… tal vez…
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2 comentarios:

Arturo Herrera dijo...

Ja, ja ja, Maga querida, ¿inteligencia artificial, baja de voltaje, esquizofrenia sideral o soledad existencial? ¿Será ese nuestro destino al cederle a las máquinas nuestro soporte vital?
Me hizo recordar los pequeños cuentos de Asimov, felices y poco deprimentes fiestas.

Urganda dijo...

:) El grandísimo Asimov, de mis lecturas básicas en la adolescencia.

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